miércoles, 12 de julio de 2017

¿Eres parte de la generación James?

Además de héroe deportivo, representa una tendencia dentro de la Generación Y: 
jóvenes capaces de alcanzar cualquier meta y cambiar el mundo

Más que un ídolo del fútbol, James Rodríguez, nacido en 1991, es símbolo de una generación de jóvenes colombianos que hacen parte de la llamada Generación Y, bautizada así en 1993 por la revista Advertising Age. Según las definiciones de la socióloga estadounidense Kathleen Shaputis, tiene características de los “milenarios” y algo de los “Peter Pan”, es decir, posee mente y talento de avanzada y a la vez no quiere desprenderse de comportamientos adolescentes forjados desde la niñez. Por ejemplo, creció apegado a la serie de dibujos animados Supercampeones y al Play Station. Su familia y sus amigos recuerdan que desde los cinco años de edad, cuando no estaba pateando un balón en la calle la pasaba sentado frente al televisor viendo las aventuras de Oliver Atom. 

En la cancha de los colegios donde estudió en Ibagué o en la Academia Tolimense era común oírlo gritar las consignas de Oliver: “El balón es mi amigo”, “Cuanto más entreno, más suerte tengo”. Viendo esa serie todas las tardes después de entrenar, empezó a entender qué significa “ser amigos en la cancha”, “tener corazón”, “ser valiente”, “luchar por lo que se ama”, “ser fanático”, “pensar positivamente”. Mientras se entretenía, James aprendía valores gracias a esa manga japonesa y los utilizaba a su favor en los equipos infantiles y juveniles en los que siempre marcaba la diferencia como su admirado Oliver.

Paralelamente, el colombiano hizo parte de lo que los sicólogos llamaron la generación Play Station: niños que crecieron inmersos en los videojuegos, para bien o para mal. En el caso de James, para bien. Uno de los primeros regalos de Navidad que recibió fue una consola y entre los juegos que ofrecía siempre prefirió el fútbol. César Núñez y Felipe Gómez recuerdan días completos jugando play con su amigo desde cuando tenían siete años y todavía cuando se reencuentran hacen lo mismo. “Somos adictos al Play y James siempre nos gana”, insiste Felipe. 

En los equipos donde juega “arma parche” de amigos para el Play. A quienes no saben jugar les enseña y los vuelve tan aficionados como él hasta disputar “campeonatos de vida o muerte”. Durante las eliminatorias para Brasil 2014, James organizó uno entre los miembros de la Selección Colombia y él fue el supercampeón. Hay testimonio en Youtube y fotos en su cuenta de Instagram. Derrotó en la final a Juan Fernando Quintero.

Una de las emociones más grandes de James Rodríguez fue verse representado como figura del fútbol mundial en la versión Play Station Fifa 2014 como James, jugador del club francés Mónaco. Ahora, en la versión Fifa 15 goza más porque ya es el James del Real Madrid, en medio de un hiperrealismo que lo asombra, junto a los futbolistas que antes idolatraba y con los que ahora compite. 

Como le ocurre a la mayoría de jóvenes del siglo XXI, su apego al mundo digital parece un chip que le implantaron en la piel. En los partidos encarna su propio personaje y lo vive como si estuviera jugando sobre el césped de los principales estadios del mundo. Antes asumía la figura de Cristiano Ronaldo, ahora juega con él en la pantalla en la noche y en la mañana en la cancha. Hoy, a punto de cumplir 24 años de edad, sigue dedicando horas a su diversión preferida en una pantalla gigante con resolución 4K y defiende su rutina ideal: levantarse temprano para ir a entrenar, regresar a casa a medio día, almorzar, hacer la siesta y levantarse a jugar Play. 


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A veces el tema es motivo de discusiones con su esposa Daniela. Antes las peleas por su afición desmedida eran con su mamá Pilar y su padrastro Juan Carlos, porque no estudiaba, porque no dormía bien, “porque no hacía más”. Pilar dijo recientemente: “Lo único que le he tenido que prohibir es que juegue tanto Play Station, es impresionante, y todavía no lo ha superado”. 

Sin embargo, con el tiempo ellos advirtieron que lejos de ser un vicio esos videojuegos operaron, en el caso de James, como una herramienta pedagógica que fortaleció su personalidad en aspectos como convicción, concentración, análisis de jugadas y partidos, amor por su deporte. Sus allegados no creen que sea consciente de eso, simplemente lo disfruta como todo en su vida: sin trascendentalismos. 

Otra característica de esta nueva generación: cuando es a trabajar a trabajar, cuando es a gozar a gozar se dijo, sin los excesos de la generación X representada en nuestro fútbol por figuras indisciplinadas, desordenadas e inconstantes como Asprilla o Higuita. James creció guiado por su padrastro, en un hogar estable que trabajó siempre en función suya para lograr el objetivo de ser futbolista profesional. La disciplina, la convicción y la perseverancia que adquirió en casa y a través del deporte lo transformaron en un muchacho hogareño, juicioso, introvertido y a la vez con metas concretas. Se concentra en lo que le interesa hasta lograr los resultados que busca sin dejarse obnubilar por los triunfos, el dinero y la fama. 

¿Qué más hace diferentes a los “jamesinos”? El factor espiritual. Como Falcao García y la mayoría de los actuales jugadores de la Selección Colombia, James es muy religioso y esa fuerza interior le permitió madurar a la fuerza en Argentina, siendo adolescente, y construir su propia vida a los 18 años en Europa, ya casado. No cualquiera asimila un tránsito tan rápido de su casa a ser padre de familia y estrella del mundo del fútbol globalizado.

En James, su vida, un retrato de país a través del fútbol, cuento: “reza antes de salir de la casa, en el vestuario antes de saltar a la cancha y al volver. ‘Soy cristiano. Creo mucho en Dios. Me ayuda. Me acompaña’. Se detiene siempre en el Libro de los Salmos. Cuando el éxito es tan grande y vertiginoso hay que tener los pies en la tierra y repite: ‘Teme a Dios y huye del mal. Que él sea quien dirija todos tus pasos’. También las publica en su Twitter para que sus millones de seguidores se contagien de la energía y se la devuelvan”. 

Más que una pose es un estilo de vida, una tendencia entre los deportistas colombianos de alto nivel, modelo siglo XXI. Por ahí llegan al civismo y a la solidaridad, haciéndole el quite a lagartos de todas las clases. Sin embargo, el éxito y el dinero no son para todos. En el libro se retrata a 14 amigos de infancia de James que tenían talento similar o incluso mayor, pero solo él llegó a la cima, porque tiene la mezcla perfecta de todas las cualidades de la generación, incluso la alegría y la irreverencia. Basta verlo bailar el Ras Tas Tas con los de la Selección para saber cómo disfrutan de la vida más allá de sus responsabilidades. Y si de lujos se trata, compró un BMW 750il color blanco, el modelo preferido de James Bond. Detalles para acercarnos a una personalidad de época, a un héroe deportivo que seguirá haciendo historia. 
Fuentes: Revista Cromos - El espectador