lunes, 20 de julio de 2015

Recomendaciones para administrar mejor el tiempo

Podría parecer que el tiempo se pasa cada vez más y más rápido. No suena nada descabellado decir que la cultura y las condiciones en las que vivimos nos empujan a buscar constantemente un mejor aprovechamiento de todos y cada uno de los instantes con los que contamos un día. Tal parece que hacer más cosas en menos tiempo, tener mayores capacidades o ser más eficientes en nuestras actividades se han convertido en las “cualidades” que todos desean.


Sin embargo, el tema no se queda sólo ahí, por que hacer más no implica necesariamente ser más eficiente o generar un mayor beneficio para nosotros mismos. Definitivamente, la clave no radica en “cuánto” podemos hacer y en cómo incrementamos nuestra capacidad para “hacer más”, sino en establecer el mejor balance entre los recursos que tenemos y las actividades que queremos realizar.
A continuación comparto algunos de los puntos más importantes, que considero personalmente para establecer un buen balance entre los recursos que destinamos a las actividades que realizamos y los beneficios que podemos obtener de las mismas.

1. Define tus áreas de acción
Consiste en determinar las actividades de mayor relevancia que componen tu vida y el respectivo energía/tiempo que consumes en realizarlas, tales como hogar, pareja, familia, trabajo, crecimiento personal, desarrollo intelectual, finanzas personales, esparcimiento y salud, descanso, etc. Definir tus áreas de acción implica saber cuáles son los puntos más relevantes para ti y comenzar a definir la cantidad de tiempo que te consumirán.

2. Determina prioridades
Implica priorizar nuestras actividades de mayor a menor importancia y estar conscientes de los tiempos que tenemos que asignar a cada una es muy importante. Aunque es esencial conocer las actividades y pendientes más importantes que queremos realizar, también es esencial dividir esa “gran” meta en acciones más pequeñas, identificables y manejables. Recordemos que los grandes logros son el fruto de una cadena de acciones coordinadas y orientadas hacia un mismo fin. En lugar de tener una gran meta como único objetivo, conviene dividirla en varias tareas que estén orientadas hacia la consecución de nuestra acción prioritaria. De esta manera, podremos medir nuestro progreso y evaluar el curso de nuestras acciones de forma mucho más realista.

3 Asigna tiempos
Una vez que se haya establecido el nivel de prioridad para cada actividad (trabajo, hogar, familia, etc.) es conveniente adjudicar un espacio o tiempo específico durante la semana en el que esperamos llevar a cabo dicha actividad. Es importante mencionar que la asignación y ejecución de los mismos debe estar acompañada de una buena dosis de disciplina y otra de flexibilidad. El equilibrio aquí reside en ser lo suficientemente disciplinados para llevar a cabo lo que nos propusimos y flexibles cuando hay cambios imprevistos en los que hay que reasignar tiempos o espacios.

4. Proyecta semanalmente, pero actúa y mide diariamente
Al final de cada día, realiza una evaluación de las cosas que hiciste y las que necesitan ser re-agendadas. Comienza por proyectar los quehaceres que quieres para tu semana y elige las actividades de mayor a menor importancia (las que “tienes” que hacer y las que quieres hacer). Asigna tiempos y días y comienza a trabajar una nueva agenda que incluya las actividades importantes para ti. Recuerda incluir no sólo actividades relacionadas con el trabajo, sino también con familia, amigos y crecimiento personal, entre otras.

5. Respeta todas las actividades
En ocasiones la inercia del día nos lleva a subvaluar la relevancia de algunas actividades frente a otras. Es muy importante estar atentos y respetar los espacios que hemos asignado para cada una de nuestras facetas. Cuando comenzamos a menospreciar ciertas actividades (que definimos previamente como importantes) puede resultar en un desequilibrio en el mediano o largo plazo. Todas las actividades de tu día son importantes.
Recuerda que enfocarse solo en las máximas prioridades trae como consecuencia rezagos y acumulación de muchas otras tareas que a la larga pueden resultar en una saturación mayor que nos costará más trabajo y recursos resolver.

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